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Ramón Heredia

El cerebro humano. ¿Un regalo o un error?. Volvamos a crear desde la base, creemos desde el amor.

El milagro de la evolución nos ha entregado un regalo maravilloso, el cerebro humano. Regalo que hace un poco de 300 mil años, nos diferenció de nuestros otros primos Homos, compañeros en el proceso de la evolución. Aún no está claro qué ocurrió con las otras especies, pero en el camino de la evolución, los Homo Sapiens permanecimos. Esta permanencia venía con un regalo, regalo que aún no tiene una línea evolutiva clara. Muchos investigadores indican que el cerebro humano, diferente al cerebro de los otros Homos con los que convivimos hace miles de años, es una muy extraña mutación que biológicamente no tiene explicación. Sin ahondar en las razones de este “accidente”, nuestros cuerpos o nuestro hardware por llamarlo de alguna forma, es muy similar al de nuestros antepasados de hace 300 mil años. La evolución del cuerpo y nuestras mentes se han mantenido inalteradas desde este origen, pero lo que ocurre dentro de ese pequeño espacio donde habita nuestro cerebro, ha generado innumerables evoluciones externas y en los últimos años un impacto profundo y muchas veces irreversible a nuestro planeta Tierra.

En paralelo a los avances científicos provocados por un avance en la comunicación y el registro del conocimiento con la invención de la escritura, el ser humano vive grandes conflictos existenciales. Es cada vez más recurrente ver gente triste, con rabia, impotencia o personas consumidas por el trabajo, la comida, las drogas, el sexo o una serie de estímulos externos. Todos estos estímulos intentan responder a nuestro cerebro más antiguo, el cerebro reptiliano, el de las emociones, el que permite a los animales subsistir, procrear, dar respuesta a la biología que sigue adelante sin cuestionamientos. En este punto el regalo o el error provocado por esta extraña mutación, ha permitido el desarrollo de nuestro cerebro mas nuevo, la corteza pre frontal, el cerebro racional. Este regalo es una poderosa y peligrosa arma, que es parte de los 4 sistemas operativos del cerebro humano, como lo describe el neuro científico y escritor Mario Alonso Puig en su libro “Resetea tu mente”.

¿Es entonces esta evolución humana un error? ¿El ser humano es destinatario de una maldición de la biología? He compartido con muchas personas que piensan así. Sus mentes no los dejan tranquilos, sus vidas transcurren entre diversos estados de ánimo. Yo mismo tengo días de tremenda inquietud o situaciones dentro de un mismo día llenas de rabias y miedos. Necesitamos certezas para explicarle a este “regalo” por qué sentimos lo que sentimos, por qué se mueven nuestros miedos, rabias, placeres o esperanzas en milésimas de segundo sin que podamos controlarlos. Este es el origen de los relatos, las historias, los mitos, las religiones, las tribus, los países, las hinchadas de equipos deportivos, los clubes de lectura, de matemáticas, etc. Certezas, buscamos certezas y explicaciones para calmar a este cerebro racional, más lento y perezoso que los otros sistemas operativos. Este mágico regalo, también se adaptó a los estímulos del medio ambiente y en esta adaptación, creó lo que el Premio Novel Daniel Kahneman,  describe en su libro “Pensar rápido, pensar despacio”, como los Sistemas 1 y 2 del pensamiento. Pero estos sistemas siguen pensando que estamos en la selva africana disfrutando de una vida al aire libre llena de regalos y amenazas naturales. Estos sistemas, siguiendo el llamado de la biología, que trabaja para optimizar el uso de la energía, acuerdan cómo reaccionar a los distintos estímulos y realidades del medio en el que vivimos, pero sin actualizar la versión de realidad. Esta es la razón de que nuestras reacciones sigan siendo similares a las que teníamos cuando veíamos una amenaza real en la selva o cuando teníamos que tomar una decisión de qué agua tomar y qué agua no tomar.

El principal problema del ser humano en la actualidad, es que seguimos con el mismo hardware y el mismo procesador, pero con mucha más información y estímulos externos creados por nosotros mismos. Sin un trabajo interior, que reconozca estas reacciones, seguiremos presa del cerebro reptiliano, del sistema límbico, de la amígdala que responde a las amenazas liberando poderosas sustancias químicas en el cuerpo para reaccionar y sobrevivir. El problema es que esas amenazas que eran reales en nuestra vida en la selva hace 300 mil años, hoy son imaginadas por la corteza frontal pero la amígdala no lo sabe, las siente como amenazas reales y reacciona de la misma forma que en la selva. Nuestras armas, se vuelven contra nosotros, la imaginación que nos ha permitido crear, también imagina futuros desastrosos, esta mente que no se detiene usa los recuerdos para proyectar infinitos futuros posibles, ejercicio que no nos deja vivir el presente en paz.

Creamos miedos infundados y nos aferramos a nuestros grupos de certezas. La gente de esos grupos y sus líderes que disfrutan de ese poder, no nos dejan salir, creando más y más historias para mantenernos en su juego. Hoy sin ir más lejos, estamos viviendo el peligroso juego de la guerra, de los países y de las armas nucleares para defender esas certezas. De esta forma pertenecemos a países, trabajamos en empresas, debemos ir a los colegios, seguir una serie de leyes inventadas, pagamos impuestos, invertimos en acciones, comemos comida procesada, tenemos que perdonar la extracción de recursos naturales que destruyen nuestro planeta porque es parte del avance, tenemos que aceptar las luchas de estos líderes para “defendernos” de los otros grupos que tienen certezas distintas.

En todo este caos de la sobre información, de los súper estímulos, la vida y nuestra evolución humana nos llama a seguir avanzando y el arma que tenemos para esto, es la corteza frontal, nuestro cerebro creativo, el cerebro que nos permite imaginar mundos, hacer planes y ejecutar las tareas para llevarlos a cabo. En este llamado a la comunidad de Espacios Vacíos la primera acción, es detenernos, volver a lo simple a las bases de nuestra vida. Reconocer nuestros ingredientes, nuestros activos, lo que tenemos, nuestros dolores y los dolores que vemos en nuestros mundos, los grupos con los que nos conectamos y sus dolores. Entender que a pesar de tener imaginaciones individuales, somos parte de un mismo acto universal, como decía el filósofo Alan Watts. En este camino de la creación, de la inquietante creación de nuestra vida, el primer paso es reconocer estos ingredientes, antes incluso de dar el primer paso. Usar el conocimiento y la información que tenemos, pero no dejar que esta información nos gobierne. Recordar siempre una de las enseñanzas del hinduismo,

 “…utiliza los recuerdos, pero no dejes que los recuerdos te utilicen..”

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